Habrán pasado unos 15 minutos desde que se terminó de reproducir la película y esa sensación de anestesia en mis piernas, ese vacío en mi pecho, ese nudo en mi garganta y este estado en el que mi mente no está muy clara persisten. Es increíble lo que puede hacer una película con una buena trama y magníficamente dirigida. Durante los últimos minutos, mi corazón latía muy rápido y tenía las manos apretadas, muy apretadas. Aunque de esto último me di cuenta cuando terminó la reproducción, ya que antes no me había percatado que estaba apretando tan fuerte al punto de sentir un dolor considerable en los dedos y nudillos.
La película que acabo de ver es Pecados Capitales (Seven), una seguidilla de eventos inesperados, impactantes, con un suspenso manejado tan bien que harían sentir orgulloso a Hitchcock. El mencionado film está lleno de sangre e imágenes visualmente desagradables, pero ese no es el punto más impactante de la película. De hecho, considerando el drama, el suspenso y el factor sorpresa que Pecados Capitales propone, la cantidad de malos recuerdos que vas a tener sobre esta película relacionados con imágenes violentas va a ser paupérrima, sino es que nula.
Es importante destacar que esto no se puede considerar una review de la película, me encuentro demasiado emocional, y sólo vi la película una vez, por lo tanto no pude detenerme a analizarla como es debido. Pero aún así, puedo garantizar que esta película es excelente.
Señor David Fincher, primero me impresionó y me hizo reflexionar con El Club de la Pelea, y ahora me genera un conjunto de emociones tan fuertes con Pecados Capitales, ante usted no puedo hacer otra cosa más que quitarme el sombrero.